
Casi amanece. Estoy en ese duermevela, que dirán los gurús de la meditación, que no sirve para el asunto pero a mí me encanta y me relaja. Lo hago desde mis casi 6 añitos y aprovecho ese rodar y rodar en la cama para darle a la mente sin preocuparme por el cuerpo.
Virus, pandemia, coronavirus… Colapso ¡¡puff!! Esto lo dejo para más tarde que ya tendré todo el día la cantinela, para que me revuelva el estómago. ¡¡Piensa en el humor!! ¡Dale!
Dicen los psicólogos que hay momentos que el humor; los negros, sus ataúdes y el “tararín tararán” nos quitan y nos evaden de la angustia y la depresión, haciendo que este shock por el virus de mierda que trae al globo de cabeza, se nos haga más llevadero.
“Tomarse la vida con humor, es la mejor forma de tomarla en serio”.
Sí y No.
Perdónenme quien seguro ha perdido alguien a quien amaba profundamente y esto no le hace ni puñetera gracia, pero es verdad, que esas sonrisas, breves, tontas y superfluas lejos de hacer que nos tomemos de una vez en serio el asunto de raíz que nos ha provocado todo esto, (por eso mi No rotundo) nos lo está haciendo a momentos “risueño”.
Y sí, porque los memes, las canciones y chorradas varias, conectan con la esperanza de que todo vuelva a la normalidad de las buenas emociones que disfrutas con tus amigos en el bar de la esquina.
Pero me río yo, de esa normalidad, que tendrá mucho de norma pero es la que nos ha llevado a este merder de volumen inimaginable.
Tan grande como las cantidades ingentes de terabytes de humor subidos a una nube devoradora de energía. (420TB* ). Ese endiosado ente virtual, que adoramos porque ahí no se pierde nada y que odiamos como el “gran hermano” que en cuanto pueda te indicará lo que deseas comprar.
Pues ya os digo. Energía queda poca para mantener la complejidad del chiringuito que tenemos montando y que en estos días nos muestra alguna de sus debilidades. Que lo de internet igual es poco si lo comparamos con el gasto en aviones, cruceros, agroindustria y negocios especulativos varios, que pintan la normalidad como permanente y futurible, pero de sostenible y saludable tiene bien poco.
¡A lo que voy! Ayer una amiga a la que quiero mucho, me mandó un video de las primeras cacas de sus hija en un orinal. Yo no tengo hijos, y hace tiempo que siento placer y alivio por esa dura decisión que tomé. Me sería mucho más difícil reflexionar sobre el futuro nefasto que nos espera si hubiera engañado a la muerte creándola.
Pero volviendo a lo de las cacas; Me encantó esa fiesta de emociones en los peque pasos de la criatura para el abordaje de su autonomía. Conecté con los cuidados, acompañamiento y felicidad de su madre.
No seré yo quien haga apología de un mundo con menos vidas aunque seamos siete mil millones de almas pululando hacia el abismo.
Menos videos innecesarios y el ahorro de energía inútilmente gastada, me gustaría aunque me perdiera imágenes de tantos momentos de amor que compartimos entre amigos. Empezaría a creer que al menos vamos por el buen camino y hay esperanza. Pero al contrario, vamos por el camino del 5G y no por el quinto gozo de mis anhelos.
No quiero dejar todavía la cuestión de las cacas. ¿Cómo esas caquitas que esa niña podrá hacer por sí solita desde ahora, me conecta tanto con el cuidado? ¡Ah sí!. Por que casi a mis 50 voy pensando en quien me limpiará las mías, cuando no pueda sentarme en un váter o limpiarme el pañal.
Ahora que tanto hablamos de nuestros mayores, los que en una generación anterior se emocionaron con nuestras “primeras heces” se debaten entre la vida y la muerte en un sistema que no les cree tan necesarios. Pues, sin extenderme os digo que sin ellos no sabríamos cagar tan higiénicamente.
A ver si de esta mierda de pandemia sacamos en claro que así no se hace. Que la vida digna no lo es tanto sino acaba con una muerte digna.
Que las auxiliares, cuidadoras, y las múltiples profesionales de los centros en los que con amor dejamos a nuestros mayores no necesitan tantos aplausos. No son héroes de un sistema que se va a la mierda, valga la redundancia. Que lo que necesitan son recursos para cuidarnos como todos quisiéramos al filo de nuestro último aliento.
Y podría decir lo mismo de los hospitales, guarderías, y múltiples centros de ayuda a los millones de personas que este sistema diariamente deja fuera o en los márgenes.
Personitas que en esta pandemia no están en sus casas preocupadas por entretenerse sino angustiadas por llegar a fin de mes. Rezando porque no les pille mal el bichongo, porque que ya tienen bastante con el hoyo en el que están, donde es más fácil bajar y sufrir que salir.
A ver si entre tanta publicidad de las crisis, gráficos, timelapse de hospitales fabricados en minutos y números incesantes de muertos por el globo, nos damos cuenta que algo tenemos que cambiar para no volver a esa normalidad tan necrológica.
Y empezamos a pedirlo con tanta fuerza que hagamos que los gobernantes se dediquen al servicio de las personas y la vida y no al servicio de las grandes corporaciones del capital y de un modelo social, económico y productivo que de seguir así nos aboca al colapso.
Y bueno, y aquí os dejo. Que de tanta vuelta y vuelta en la cama me ha dado ganas de cagar.
*420 terabytes equivalentes al 2% de la energía total producida aprox.
María Guridi