Lenguaje: Arma de educación masiva.

Lenguaje: Arma de educación masiva.
En los últimos años estamos observando como el uso del lenguaje ha cambiado nuestra manera de ver y entender la sociedad. Así por ejemplo, se aceptan nuevas palabras, se crean otras tantas y se va quedando en el olvido el significado de conceptos que en otros tiempos sirvieron para explicar la realidad. En nuestro presente, con la crisis económica, social y moral que tenemos en la mochila, se crea un momento de excepción en el que el uso de «un lenguaje« determinado puede componer un relato que altere los cimientos de la sociedad hasta cambiarla completamente. Por ejemplo, palabras como casta, ciudadanía, desahucio o feminismo no contenían la variedad y diversidad de mensajes que fotografían este escenario de manera tan aglutinadora y transversal. 

Es curioso como asociamos la palabra suerte con la palabra trabajo. También confundimos libertad con consumo, éxito junto a dinero y fracaso junto a tiempo libre. Vemos la política como «ellos» y las grandes marcas como «nosotros». Entendemos como participación el votar, y a debatir se va al bar. Se forman ideas en torno a pobreza como normalidad. Algunas personas nos sorprendemos entendiendo como contrarias la desigualdad y la igualdad, y vemos como muchas personas justifican que vivimos en una sociedad igualitaria llena de desigualdad. Nos hemos acostumbrado a estos «sinsentidos» con una velocidad estremecedora.

Si tenemos el don del tiempo y de la reflexión podemos frenar un poco y ver que el sentido de la vida, del lenguaje que la describe, va a otro lado. Si algo se asocia con la suerte es la vida. Somos una extraordinaria acumulación de maravillosa suerte en medio del cosmos. Simple y llanamente. El éxito tiene que ver con vivir la vida que cada cual quiere vivir  y no con el dinero acumulado. El fracaso tiene que ver con no disfrutar de las únicas cosas que son nuestras, nuestros cuerpos y nuestro tiempo. Las grandes marcas están destruyendo nuestro mundo y la política es «nuestro» escudo y se la estamos regalando a «ellos». Seremos en definitiva una sociedad igualitaria cuando no haya desigualdad.

En los dos párrafos anteriores he usado palabras parecidas pero que componen dos relatos completamente diferentes. El uso de un relato y no otro, construye la realidad ya que las palabras significan lo que las personas y la cultura en la cual están inmersas acuerden que signifiquen. Así que no es un elemento aleatorio que el primer párrafo sea el relato vigente, sino un orden social diseñado para los intereses de unos pocos; las élites del mundo.

El lenguaje crea realidad y es acción. Lo que una persona dice y hace puede establecer una diferencia no sólo para su actividad sino para su vida y la vida de los demás.
Como decía Ludwig Wittgenstein, «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo», que en última instancia significa que el uso de unas palabras y el destierro de otras puede cambiar sociedades enteras. ¿Lo hacemos?