La injusticia es igual para todos

La injusticia es igual para todos

Esta última semana hemos asistido a un ejemplo más de lapidación de la afirmación “la justicia es igual para todos” debido a las sentencias de dos casos de relevancia mediática. Nóos y las tarjetas Black nos han dado un bofetón de realidad obscena ya que la aplicación de la ley en nuestro país está sujeta a un hermanamiento de casta. El rasero lo determina si eres “uno de los nuestros”.Queda demostrado que a Urdangarin, Diego Torres, Rato, entre otros,  les sale muy barato defraudar a Hacienda, malversar y apropiarse de caudales públicos. Algunos de ellos han defraudado más de 6 millones a Hacienda, obteniendo beneficios personales de más de 7 millones de euros, gracias a las asignaciones a dedo del gobierno balear y valenciano del PP. Sin embargo a Valtonyc, César Strawberry, titiriteros, las multas por llevar un bolso con una imagen de un gato y las siglas ACAB junto a la leyenda; All cats are beautiful (por la asociación que hicieron los agentes con la frase; All cops are bastards) no parece salirles tan barato. ¿Por qué parece haber un doble rasero para según qué personas?

Decía Platón que no sabía lo que era la justicia, pero sí reconocía claramente la injusticia. Y también ha sido siempre un debate filosófico abierto de pensadores y pensadoras influyentes de la historia poder definir a la justicia en términos claros y que todo el mundo esté de acuerdo. Vamos a centrarnos en la segunda parte de la aseveración de Platón.

La injusticia es evidente puesto que vemos más clara la falta de justicia que la justicia misma. Es una injusticia condenar a penas de prisión a una persona que hace un rap, que a otra que ha estafado millones de euros y no pisará la cárcel. No tanto porque el rapero tiene pena de prisión y el estafador no, si no, porque parece que sale muy barato robar dinero y muy cara la libertad de expresión para aquellos que la ejercen como crítica al sistema establecido.

Es una injusticia que un juez decida que un padre que ha amenazado con matar a sus hijos siga teniendo régimen de visitas aunque otros profesionales estén alertando de la peligrosidad de ese régimen, y que esos niños sean asesinados. Es una injusticia que una infanta pueda alegar 412 veces “no sé” y salir indemne de una acusación como la del caso Nóos. Es una injusticia que millonarios que han evadido impuestos y estafado al estado puedan irse de rositas tras el escándalo de las tarjetas Black. Y así podríamos poner mil ejemplos.

Hay una mayoría de personas en la sociedad española que consideran injusto todo lo anterior, y si bien es así, lo cierto es que la jurisprudencia nos indica que legalmente, todas esas injusticias son justas. Así que con estos datos nos preguntamos ¿Podría un ciudadano sin influencia evitar la cárcel en el caso Nóos? ¿Iría a la cárcel un rapero que dijera según que cosas de gente vinculada a la izquierda? ¿Es asumible tener la misma pena por comprar con una tarjeta ajena que por utilizar una tarjeta Black en una sociedad como la nuestra?

La opinión publicada asegura que la Justicia funciona en España tras todas estas sentencias. La opinión pública sin embargo (que incluye otros medios y entes, no sólo los grandes medios) opta más por una vía en la que podemos asumir que el sistema judicial no funciona igual para personas ricas e influyentes que pobres. Pero nos tenemos que preguntar como sociedad si queremos que lo que creemos injusto pueda ser legalmente justo.

Así que, ¿cómo es posible que los bares se llenen de conversaciones sobre lo que es injusto y las urnas de papeletas de partidos que lo promueven? ¿Por qué se llenan las audiencias de programas que hablan de lo injusto y se vacián las calles para gritar por lo justo? ¿Qué hace falta para que estafar en España sea más grave que hablar sobre un ciudadano de la monarquía? Todas estas preguntas son nuestras, propias de la sociedad española, y nos las están respondiendo los medios, ¿es eso justo?