Me ignoras cuando conquisto terrenos, cuando adquiero conocimiento, cuando consigo hacerme oír sin tu asentimiento. Me destinas sin salario a trabajar de cuidadora, ama de casa o procreadora; me robas mi tiempo; fruto y sustento. Me quitas la potestad de decidir sobre mi cuerpo. Me anulas de los libros de texto, de la educación pública y del recuerdo. Utilizas mi imagen a tu antojo; sexual en una valla, recatada en la iglesia, pintada en la caja y tapada en la playa. Manipulas mis curvas hasta hacerlas a tu goce, te da igual que por el camino haya anorexia, bulimia o bullying. Nos educas para convencernos de que sólo nos podemos someter, comparar, criticar y vender.
Nos insultas cuando nos crees tan pobres.
Yo no soy para ti, soy mujer con conciencia. Soy radical, de raíz y de madre tierra. Cuestiono a los fundadores de la democracia que elevaron los ideales de igualdad con un falso universalismo. No soy de muros, vallas o fronteras. Soy de estas y aquellas. Soy de escuchar, contextualizar y empatizar. Soy de protesta.
Soy de gesto más que de palabra, soy de cooperar, de sororidad. Ataco el consentimiento de la opinión pública hacia los micromachismos y la misoginia romántica; no justifico, niego o ridiculizo.
Soy de sostenibilidad y por ello en contra de hombre, blanco, hetero, domina. Me coteja el clima.
Capitalismo y patriarcado se casaron por la iglesia, y han ido destruyendo nuestros cuerpos, nuestras ideas y nuestras almas. La iglesia ya no me domina, el capitalismo está herido y el patriarcado lo pondremos de rodillas. No soy para ti porque no soy de ellos, porque no soy tuya, porque soy solo mía.