Piensa en una osa blanca.

Piensa en una osa blanca.

Cómo incorporar el feminismo a las organizaciones

Hace unos días me invitaron como moderadora a facilitar un taller-charla que lleva este nombre. El título me pareció de lo más sugerente. El cómo, ya plantea lo mucho que queda por hacer y me interpelaba a ser concreta y reflexionar no en la base teórica de lucha del movimiento social y político que representa el feminismo en su conjunto, sino a estrujarme en la reflexión, y análisis de cuál podría ser la caja de herramientas feministas que hiciera que el feminismo, la igualdad y el respeto a la diversidad fuera la tónica permanente de las organizaciones que presumen ser feministas o tienen la igualdad y feminismo como eje transversal.

Me trasladé la cuestión a mi misma y por este orden. ¿cómo lo incorporo yo en mi vida cotidiana? ¿Cómo lo incorporamos diariamente en el proyecto Sacacorchos? De ahí salieron estas reflexiones que quiero compartir con vosotras.

Piensa en un osa blanca. Esto significa para mi, poner el foco de forma constante en las personas y no tanto en el proceso o los objetivos de la organización, de la pareja, familia, o incluso una misma. Nos centramos tan obsesivamente en los objetivos y el proceso de “éxito” de las iniciativas que lo fundamental se nos olvida casi inconscientemente. La reunión tal, el informe cual, el artículo pendiente y así podríamos seguir “ad infinitum” sin dejar espacio para lo que es realmente vital; que las y los integrantes del grupo se sientan bien. ¿qué sabemos de fulanita o menganito más allá de si escribe, habla, trabaja más o menos, o estará a favor o en contra en la toma de decisiones del grupo? Creo que realmente poco. Pienso que saber un poco más de las personas que nos rodean, es algo que consideramos banal o innecesario y ahí le estamos dando fuerza a unos de los aspectos del patriarcado que más triunfa, el individualismo. Nos han socializado y educado en el mito de que compartir nuestros sentimientos y necesidades es mostrar nuestra debilidad. El darwinismo social que legitimamos con ello, hace más que difícil que cooperemos entre nosotras y consigamos una organización fuerte y feminista. Nos hace muy ardua la tarea de empatizar con el otro para comprender porque alguien hace y dice algo en un mapa de análisis más amplio, enriquecedor y complejo. ¿cuál sería la herramienta feminista que nos proporcionaría un escudo al individualismo? Creo que generar espacios de mayor conocimiento mutuo, tener dinámicas asamblearias inclusivas y establecer protocolos necesarios en nuestras reuniones para poder cuidarnos. Para hacer las reuniones inclusivas, divertidas y por consiguiente (aunque aún no lo creamos) más eficaces. Los grupos principalmente fallan por dos aspectos; los recursos y la comunicación. Partiendo de que hay recursos ¿qué hacemos para mejorar la comunicación? Creo que realmente poco, al dar por válido el modo competitivo, y excluyente que integramos desde pequeñas. Constantemente comunicamos con juicios y opiniones, no opinamos sobre los hechos y sí mucho sobre otras opiniones; no expresamos sentimientos y nos da un miedo terrorífico a mostrar nuestras necesidades y hacer peticiones con base en las mismas. El esquema de Marshall Rosemberg para comunicar empáticamente (hecho, sentimiento, necesidad y petición) si se integra es una herramienta que considero feminista y que ayudaría mucho a prevenir conflictos, a solucionarlos y a no perder la ingente energía que malgastamos discutiendo en nuestras organizaciones. Otra de las herramientas de esta caja feminista sería tener reuniones cuyo objetivo sea el no tener objetivo sino conocernos, hablar de nosotras, nuestra historia personal, única y diversa,y compartir lo que nos motiva más allá de nuestro grupo. Y además funciona y se practica. Hay cantidad de grupos, ecoaldeas, comunidades autogestionadas, familias y parejas que le dan tanta importancia a estas reuniones como a las que objetivamente pensamos que permiten (objetivos, y procesos) y son únicas para la supervivencia de las organizaciones.

Si tanto hablamos de consenso como proceso útil para llegar a acuerdos , resolver conflictos y no polarizar los grupos en opiniones y posiciones enfrentadas, otro aspecto fundamental que las organizaciones feministas tendrían que trabajarse sería incorporar roles y dinámicas específicas para que el consenso sea real y fortalezca al grupo. Tenemos la idea distorsionada de que el consenso es estar todas de acuerdo en algo, y justamente por eso nos perdemos una parte fundamental del proceso de llegar a conseguirlo. El objetivo principal es lograr una opción, solución y propuesta en la toma de cualquier decisión que satisfaga las necesidades principales de las personas implicadas en ese proceso deliberativo. Si es así, la tarea fundamental no es seguir peleando por convencer al resto de que nuestra opción preferida es la mejor, sino por el contrario, adaptar y ser lo suficientemente flexible para llegar a una opción en la que todas podamos sumarnos aunque no sea mía pero tampoco la de nadie. Un “yo quiero playa y tú montaña, pero igual lo mejor es que vayamos a un río”. El valor del consenso es algo feminista pues cambia los valores competitivos del “yo gano, tú pierdes” por el “yo gano, tú ganas”. Por supuesto, sin olvidar todas las voces, en especial la de las mujeres que tanta dificultad tenemos para visibilizarnos en las organizaciones y en la sociedad en general.

Obviamente la paridad en las portavocías de los grupos, en el caso de partidos y otras organizaciones, las cremalleras en listas y turnos de palabra (en reuniones), las cuotas y otras medidas para romper con techos de cristal en muchos ámbitos, ha sido fundamental. Pero como ya sabemos que esto no es cosa de poner más mujeres y remover, hace falta gran voluntad política (política de nuestros actos y hechos diarios) que nos permita sentir que nuestras necesidades, nuestra voz y valía se tiene en cuenta de manera paritaria.

Es fundamental por lo tanto tener ese observatorio de gafas violetas en cada organización, grupo, partido, familia y pareja (y si me apuras sobre uno y una misma) para combatir lo que yo rebauitizaría como “machisplaining” ” que se cuela sutilmente en la mayoría de reuniones mixtas.

Hay que ser consciente de que el Machismo no es vertical sino transversal, y los gestos y actitudes se maman desde nuestra infancia, con lo cual tanto mujeres y hombres contribuimos sin querer a esa perpetuación del machismo como consecuencia de la Sociedad Patriarcal que tenemos, que es, por simplificar al máximo, la causa de todos los males.

Por eso y muchas más cosas que de seguro se me han quedado en el tintero, propongo que no dejemos de pensar en una osa blanca con gafas violetas.

María Guridi