Orgullo Guay

Orgullo Guay

¿Por qué un orgullo anticapitalista?

¿Hay razones para sentirnos orgullos”@”s?

Imaginadme en un pueblecito de no más de 100 habitantes en la montaña Alavesa. Aquí sin apenas cobertura parece que el ritmo acelerado de la ciudad se ha esfumado entre las nubes que por el contrario se mecen aceleradas por el viento de tramontana. Llueve, hace sol, sale el arco iris y eso me recuerda que en breve bajaré a Alicante para participar  el 15 de Julio el día del Orgullo.

Esa mani-fiesta acción que no sólo recordará las revueltas de 1969 en el Stonewall Inn de Nueva York, (donde las mujeres trans y travestis no blancas, dijeron “¡Basta ya!” a ese despropósito de no aceptar la diversidad) sino que políticamente reivindica lo mucho que aún queda por hacer en este terreno.

En la batalla de las “ideas y cosmovisiones” que hace de la LGTBfobia un problema lejos de erradicar, no puedo negar que la visibilidad y cobertura mediática que se le da al World Pride ayuda, pero ¿resuelve las causas de fondo que perpetúan estas injusticias? O por el contrario, ¿es un “día de los enamorados” más,  para el negocio de los de siempre vacío de contenido político? ¿No estaremos celebrando un gran día erótico-festivo diverso e inclusivo, pero que cambia muy poco  la la  esclavitud,  desigualdad e injusticias que  siguen intactas el resto de los 365 días?

El lema de este año en Alicante es “Contra l´odi; llibertat, igualtat i dignitat”. Por lo tanto con este lema lejos de mercantilizar la lucha con “big parades” patrocinadas por las grandes empresas del capital corporativo, lo que se necesita para conseguir esa libertad, igualdad y dignidad de las personas, es la reivindicación manifiesta  de un modelo antineoliberal y claramente anticapitalista. Y lo que se me ocurre a priori es empezar  a poner fórmulas y modelos de fiesta que representen esos ideales. Con un poquito más de voluntad política, y sobretodo otra mirada consciente de las personas, el día del orgullo en Madrid, podría haber reducido notablemente los residuos y basura generados (de las 124 toneladas recogidas, 81 pertenecen al desfile) y hubiera sido todo un logro político-social fomentar la misma fiesta de la visibilización con otro modelo más soberano, decrecentista y consciente con el medio. Creo que ha llegado el momento en el que “menos es más” sería un gran mensaje y le darían el contenido político necesario para que fuera de verdad una reivindicación completa y transversal. Si no queremos que los intereses de unos pocos nos fagociten la lucha, habrá que ir pensando divergentemente nuevas fórmulas para festejar y manifestarnos.

En Madrid, fue altamente reconfortante ver la manifestación multitudinaria y alternativa a la “oficial” para justamente reivindicar que otro mundo es posible pero sin usar las herramientas que lo perpetúan. El orgullo no debería ser un nuevo nicho de mercado con el que alimentar el capital. Convertirlo en otro  “Black Friday”  para llenar tiendas de fetiches multicolores o poner arcoiris enfrente del McDonalds mientras dentro las personas trabajan en la precariedad. Así se desvirtúa  su principal misión; ser un movimiento internacional que lucha por las variadas formas de opresión y desigualdad muy ligadas al mercantilismo y el neoliberalismo.

¿Se podría hacer de otra manera? Sí, pero habría que empezar por: ¿Se podría pensar de otra manera? Y esa manera no puede ser sino anticapitalista.

Ser lesbiana discrimina pero si además eres trabajadora precaria, negra, y pobre lo eres aún más. Un orgullo planteado en este formato no resuelva nada estas injusticias. Si las mismas marcas que está fomentando las desigualdades y los mismos políticos que sólo en ese día se levantan “gayfriendlys” son los que apadrinan el Orgullo, algo no cuadra y nos contradice.

Creo que pensarlo de otra manera no es tan difícil si resaltamos más la manifestación y desmercantilizamos la fiesta. Salir una vez  al año en megacoches de tres pisos, y vestir a todos los partidos políticos de banderas de colores me cuesta negar que sea positivo (contradicciones aparte de muchos de ellos) pero si sólo se queda en eso, estamos desvirtuando la palabra Orgullo. Acordarnos de las personas LGTBI una vez al año en un gran desfile muy caro no es un orgullo, es un gran error.

Y por esto, por la importancia de poner la vida y la sostenibilidad en el centro de los debates no creo que haga falta generar tanta huella ecológica en un acto reivindicativo, tantos autobuses y carrozas pagados en cuentas de publicidad, y simplemente con la imaginación y nuestras manos podríamos llenar de color, música y reivindicación la mayoría de ciudades principales de nuestro estado. Y por supuesto, que no se quedara ahí: en los guays que somos los españoles en verano con los gays. Pues otra acción que necesitamos es que cada vez que haya un asesinato por delito de odio (que lamentablemente no son pocos) salgamos a la calle para alzar nuestros gritos de rabia como muro a que se sigan produciendo. Que luego en estos casos somos cuatro gatas y gatos y una se le ocurre pensar si se ha teletransportado en ese momento a otro país.

Si hay  tres grandes  razones; Igualdad, libertad y dignidad que sean de verdad nuestro lema y Orgullo.